El dólar ha sido, y será, un termómetro de la economía argentina y un refugio para los ahorristas e inversores, pero con los últimos cambios el mercado está en alerta, por lo que podría pasar en 2025.
Con un 2024 marcado por ajustes fiscales, políticas monetarias restrictivas y una notable reducción de la brecha cambiaria, las proyecciones para 2025 presentan oportunidades, pero también desafíos para inversores locales.
La estabilización del dólar: un objetivo en marcha
El tipo de cambio cerró el 2024 con una brecha cambiaria en mínimos históricos, tocando el cero, y estabilizándose alrededor del 5%.
Este cambio de tendencia fue posible gracias a una combinación de políticas que incluyeron un blanqueo fiscal, cambios en importaciones, baja de inflación, y una mejor administración de las reservas del Banco Central.
Sin embargo, los analistas coinciden en que mantener esta estabilidad requerirá un flujo constante de divisas a través de exportaciones e inversiones extranjeras, y esto está generando alerta en el mercado, pensando en 2025.
Es que mantener el equilibrio entre oferta y demanda de divisas será clave, y cualquier medida que apunte a una liberalización cambiaria deberá ser gradual para evitar presiones en el mercado.
La dinámica global también será determinante en el comportamiento del dólar en 2025, con especial atención en lo que pasa en Estados Unidos, y países cercanos como Brasil.
Un posible incremento en las tasas de interés en Estados Unidos podría fortalecer al dólar a nivel mundial, afectando tanto el comercio exterior como el flujo de capitales hacia economías emergentes como Argentina.
Por otro lado, la devaluación de monedas, como el real brasileño, podría dejar en desventaja a la industria y sobre todo al agro local.
Tasas de interés y devaluación
El Banco Central cerró el año con una nueva baja en las tasas que buscando acompañar la desaceleración de la inflación.
Para 2025, se espera que las tasas se mantengan en niveles sostenibles que incentiven el crédito privado sin generar presiones inflacionarias adicionales.
Los plazos fijos tradicionales, por su parte, también desaceleraron sus tasas ofreciendo rendimientos cercanos al 2,5% mensual, mientras que los plazos fijos UVA, ajustados por inflación, podrían superar ese rendimiento si los pronósticos de inflación del REM se cumplen.
También, acompañando este contexto, y con el mismo fin de seguir bajando la inflación, el Gobierno podría adelantar la baja de la devaluación mensual, del 2% al 1%, algo que prometió el mismo Presidente.
Así, con este panorama, el 2025 se presenta como un año de transición para la economía argentina, donde el Gobierno incentivará la competencia de moneda, sin avanzar en la dolarización, pero continuando con la flexibilización del cepo, levantándolo finalmente durante el próximo año.
La estabilidad del dólar, la reducción de la inflación y la reactivación del crédito privado que poemeten desde el Gobienro, serán los pilares sobre los que se construirá la confianza de los inversores, aunque como siempre, deberán coexistir con los riesgos externos y las fragilidades internas.
Para los inversores, la clave estará en diversificar carteras, priorizando activos que ofrezcan cobertura ante la volatilidad y oportunidades de crecimiento en sectores estratégicos, con un monitoreo constante de las políticas económicas locales e internacionales para aprovechar las oportunidades que surjan en este nuevo escenario.